La Historia del Convento e Iglesia de El Carmen

La Historia del Convento e Iglesia de El Carmen

La Historia del Convento e Iglesia de El Carmen: Los Franciscanos fueron la primera orden religiosa en iniciar trabajos formales de evangelización en Tehuacán comenzando labores desde Calcahualco, lugar donde se “construyó” Tehuacán El Viejo a mediados del siglo XVI.

 

Los propios Franciscanos fueron los autores del primer y definitivo éxodo de nuestra ciudad al establecer a Tehuacán en la situación geográfica actual; ellos evangelizaron y crecieron con “Teocán”, por esta razón fueron tan queridos y se les otorgó un lugar privilegiado en el orden social, cultural y por supuesto religioso.

 

Para 1740 la hegemonía de los Franciscanos continuaba pero nuevas órdenes religiosas aparecían esporádicamente, entre ellas destacaba la de los Carmelitas, quienes gozaban de una particular simpatía por parte de la clase acomodada de la ciudad, sin embargo no podían construir edificios o realizar culto público.

 

Por la razón anterior en el año de 1743 los tehuacaneros que apoyaban a los Carmelitas buscaron obtener un permiso formal para construir una iglesia, pero al principio y por los obstáculos “legales” tuvieron que mentir diciendo que sólo se utilizaría para fines particulares, no obstante los Carmelitas la abrirían al culto público situación que molestó a los Franciscanos.

 

Estos se movilizaron presentando quejas formales ante el Virrey, reuniendo testimonios de que los Carmelitas violaban los permisos originales de la licencia que claramente establecía que la iglesia sería destinada para uso privado. El Virrey se limitó a pedir al alcalde de Tehuacán Juan Antonio Arce y Arroyo que investigara el asunto, quien dijo por su cercanía a la familia Del Moral que no había razón ni evidencia que indicara que la capilla se usara para culto público, de este modo el alcalde cubrió a los Carmelitas.

 

Al no ver favorable respuesta los frailes de San Francisco acudieron también a las autoridades de Puebla, sin embargo la influencia de la familia “Del Moral” era sólida y los benefactores de los Carmelitas siguieron dando sobornos en Puebla y en México, acusando a los Franciscanos de haber construido su convento completo sin licencia.

 

Para evitar que los ánimos se caldearan pues el problema entre Franciscanos y Carmelitas ya sonaba en toda la Nueva España, el nuevo Virrey Juan Francisco de Güemes y Horcasitas se apresuró a solicitar la licencia definitiva a favor de los Carmelitas que se autorizó en 1747 por el Rey Fernando VI.

 

Todo estaba listo para construir el primer convento Carmelita de Tehuacán pero lo más curioso era que los simpatizantes de la obra, desde mucho antes, específicamente desde 1730 y 1737 ya habían comprado trece solares, donativo generoso de Domingo del Moral quien estaba seguro de lograr su cometido.

 

Años más tarde según su testamento, entregó las escrituras mediante su albacea a fray Pedro de Teresa, documento que amparaba la propiedad de los predios pero que seguían a nombre de la familia Del Moral. Los terrenos estaban ubicados en el lote actual de la Av. Reforma con las calles 2 y 4 poniente con una dimensión final de 150 varas de frente y 212 de fondo.

 

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En 1747 cuando los Carmelitas ya tenían su licencia formal, iniciaron el culto público y comenzó la construcción del Convento de «El Carmen». Como era costumbre, la fundación dio prioridad al edificio de la iglesia, cuya primera piedra se colocó en 1748 por el fraile Nicolás de Santa María.

 

El diseño arquitectónico fue encargado a fray Valentín de la Virgen con una notable tendencia barroca típica del siglo XVIII y contemplaba un claustro cuadrado al norte de la iglesia que era de un solo piso, siendo de dos el resto del convento, sus espacios interiores muy grandes y bien iluminados, la planta baja cubierta de bóvedas de cañón corrido y poca luz, los techos de estilo franciscano, hechos de viga, madera y terrado. Una majestuosa escalera, en cuyo arranque aparece un arco mixtilíneo que lleva al segundo piso en el cual se encontraba el ala de las celdas que da hacia el oriente y que mide aproximadamente 55 metros de largo. Se debe señalar que las dimensiones originales eran de más de 20,000 metros cuadrados y por el oriente llegaba hasta la que es ahora la calle 3 norte.

 

El inicio de la construcción de 1748  avanzó con lentitud porque los recursos económicos fueron mermando, los benefactores no dieron la respuesta que se esperaba, por esta razón ansiosos por expresar su nueva posición, en 1759 los Carmelitas se mudaron al convento antes de concluir la obra. Este movimiento lejos de acelerar la construcción generó más inconvenientes, pero de acuerdo a la lógica de los Carmelitas su presencia en el lugar ayudaría a conseguir más donativos, haciendo ver a Tehuacán que los beneficios de la obra se verían antes de concluirla.

 

Nadie pensaba que tardarían 36 años para ver culminado el complejo que representó la mayor obra arquitectónica de Tehuacán durante “La Colonia” y es que viajeros que pasaban por nuestra ciudad elogiaban la obra por su huerto agradable, impecable higiene y la tranquilidad que en ella se respiraba.

 

Las bellas instalaciones Carmelitas fueron exclusivas para las familias de los benefactores y se convirtió en un paseo dominical obligado pues este lugar tenía espacios para descansar y pasar el día siendo durante mucho tiempo el orgullo de Tehuacán.

 

Como un servicio más para los benefactores se construyeron criptas que les daban derecho a ser enterrados en un recinto sagrado, de esta manera el uso del convento generó la primera división de clases en Tehuacán, pues la élite recogió privilegios particulares ajenos al resto de la comunidad.

 

Los frailes eran afortunados pues se codeaban con las familias acomodadas recibiendo donativos comunitarios y regalos personales, integrando al convento con el paso del tiempo obras de arte, entre esculturas y óleos. En ese tiempo se aseguraba con orgullo que algunos cuadros eran de la autoría de José Ibáñez, un pintor barroco español que tuvo cierto reconocimiento en los años que se construyó el convento.

 

La leyenda se conservó por generaciones sin embargo esto no es posible dado que los expertos no reconocen que las obras sean de Ibáñez. Las pinturas que adornaban el convento fueron realizadas realmente por José María Mendoza, mixteco.

 

La clase pudiente de Tehuacán fue espléndida con los Carmelitas ya que además del convento, les entregaron una hacienda ubicada en Cuayucatepec para que obtuvieran recursos estables y no dependieran de la caridad; la hacienda aunque fue bastante mal administrada y nunca aumentó su riqueza, cumplió su cometido y brindó una vida holgada a los frailes al grado que varios Carmelitas deseosos de pasarla bien solicitaban su traslado a Tehuacán por lo que el número aumentó con rapidez ya que para finales del siglo XVIII ya había 18 religiosos de esta orden en Tehuacán.

 

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La apertura oficial del Convento e Iglesia de El Carmen se dio el 24 de enero de 1784 en medio del júbilo del pueblo de Tehuacán que se sorprendía al admirar el diseño de Fray Juan de la Virgen concluido 36 años después de la colocación de la primera piedra, teniendo un costo de setenta y cinco mil pesos, sin incluir el arte sacro.

 

Este hermoso edificio ha sido testigo de la historia de Tehuacán, pasando por diferentes funciones, como convento, iglesia, hospital, cárcel, estación del ferrocarril, cuartel y hasta la fecha que ha sido restaurado, conservando una parte de su atrio y se han reconstruido el curato y las oficinas, que ahora ocupan algunas direcciones del actual Ayuntamiento así como la Biblioteca Municipal, El Patio de las Columnas, la Iglesia, Locales Comerciales y el Parque Ecológico.

 

 

 

 

 

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2 Respuestas

  1. Muy buena historia, no me la sabía a detalle, SALUDOS!

  2. estubo buena la historia